Jarcha primera

Era Selene quién nos divisaba
desde su anochecido trono.
El sacro Gamínides clavó su negra pupila en el mortal que tenía a su diestra.
Suspiré al tocar sus carmesí labios: probé un poco del Olimpo.

Las ventanas ahora te miran de cerca,
Mi cristal  se revuelven con sal,
Eres lo que ahora me sostiene,
Lo que estos vidrios ven besar.

Latidos que salen de tus comisuras,
Se juntan con la carne de mis labios,
Te estrujo contra mi pecho,
Te aprieto con sosiego contra mi cuerpo.

Bailamos y nos unimos como fique,
Como un verso escrito bajo un claro ambar,
 Ahoral recuerdo la beoda noche cuando tus ojos atravesaron mi alma.

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