Del barro

De camino hacia el cadalso,
veo y su sufro impías penas:
trémulo devano mis ojos.

Desde el panóptico anclado una luz atraviesa mi espíritu,
ando sin menor prisa
con los ojos cerrados piso mi llanto,
llanto fresco con cristales sin vida.

Desde altos montes
me divisan mis penurias,
las sorbo con cautela espantando las moscas de mis labios,
una canción cercena la lluvia.

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